Y TODO SIEMPRE SALE A LUZ CON ESTE ASPECTO:
CIENCIAS MATEMATICAS:
Proporcionalidad de Segmentos:
A es a B como A' es a B'
Lease:
Hittler es a Perón como Fidel Castro es al viejo movimiento Nazi-Fascista que crece y se desarrolla en el mundo.
Yo no sé de que se sorprenden.
Vamos a empezar de una vez a leer historia y a atar cabos.
FIDEL CASTRO:
FIDEL CASTRO:
El viejo astuto, sabe coser y bordar en su bandera falsa y no dió ni da puntada sin nudo.
ENTRE TODOS HAN TEJIDO LA HISTORIA ACTUAL,
A VER AHORA COMO SE REPARTEN LA TORTA.
La rama nazi de Perón
Domingo 16 de febrero de 1997 | Publicado en edición impresa
El gobierno de Juan Perón creó una comisión de "allegados" entre 1946 y 1949 que se dedicó a recibir fugitivos del Tercer Reich, comisión que incluía a un colaboracionista nazi sentenciado a muerte en Bélgica en 1947, a un ex miembro de la Waffen SS de Francia, al ex embajador de la Croacia nazi ante Hitler y a un ex capitán de la SS en Alemania.
Los allegados dirigían el rescate de sus camaradas desde la Dirección de Migraciones, aunque en ocasiones especiales se reunían también en la Casa Rosada, en la oficina del coordinador de la operación, Rodolfo Freude, un hombre conectado con el hermano de Evita, Juan Duarte, y creador de la División de Informaciones de Perón.
Freude hoy tiene 74 años y maneja sus negocios desde la empresa Araya S.A., en el piso 19 de la torre que cobija al Instituto Goethe, en la avenida Corrientes, del otro lado de la acera del Deutsche Bank.
Una serie de llamados a su oficina y a su casa no lograron que Rudi concediera una entrevista. "No queda nadie vivo de esa época, yo soy el único porque era muy joven, tenía 23 o 24 años", dijo por teléfono. Freude alegó que debía partir de viaje a América Central y que no estaría disponible hasta mediados de marzo. Admitió su relación estrecha con Perón, pero se rehusó a hablar sobre el tema. "Se escriben muchas idioteces", dijo.
La existencia de los allegados, que Freude monitoreaba desde su despacho en la Casa Rosada, ha sido finalmente verificada en los 22 mil documentos que recopiló el Centro de Estudios Sociales de la DAIA, cuyas conclusiones fueron entregadas por el titular de la DAIA, Rubén Beraja, al Ministro del Interior, Carlos Corach, el lunes 21 de enero.
"El equipo de allegados no sólo recibió a fugitivos nazis, sino que se reunía para proponer candidatos que al gobierno le interesaba captar y después enviaba misiones especiales a Europa para traerlos clandestinamente a la Argentina," dice Beatriz Gurevich, la directora del Centro de Estudios Sociales que durante cuatro años recorrió los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores, de la Dirección de Migraciones y el Archivo General de la Nación, siguiendo la pista nazi.
Sus conclusiones serán publicadas en abril por Editorial Planeta-Ariel, en un libro que se titulará Proyecto testimonio: el Estado argentino ante víctimas y perpetradores de genocidio. El libro, de 650 páginas, contendrá unas 400 copias fotográficas de los documentos más importantes hallados.
Los métodos de rescate de los allegados, a través de pasaportes oficiales falsos provistos por los diplomáticos de Perón y con osadas misiones en Europa, han sido paralelamente reconstruidos por un profesor de la Universidad de Köln, Alemania; Holger M. Meding, en el brillante libro Flucht vor Nürnberg? (que será publicado en Buenos Aires a mediados de año, bajo el título Un santuario sudamericano, por Editorial Argora).
El nexo Perón-FreudeRudi era el hijo de Ludwig Freude, un empresario alemán con fuertes nexos en la embajada de Hitler y los agentes nazis que operaban en la Argentina. La historia de Freude padre ha sido documentada por Ronald Newton, profesor de historia latinoamericana de la Simon Fraser University de Vancouver, Canadá, en su libro The nazi menace in Argentina (publicado en nuestro país como El cuarto lado del triángulo, Editorial Sudamericana).
La base del exhaustivo trabajo de Newton son los recientemente desclasificados interrogatorios a los que cerca de 50 de estos espías y diplomáticos fueron sometidos por los aliados, una vez finalizada la guerra.
"Yo he leído el interrogatorio del agregado militar de la embajada, general Friedrich Wolf," dice Newton. "Wolf declaró ante los ingleses que había dejado 200 mil pesos de la embajada en manos de Freude cuando se vio obligado a abandonar el país en 1944, conformando la base de un fondo de retaguardia para continuar con tales actividades como pudiera en beneficio de Alemania y del partido nazi. Inclusive otro diplomático de la embajada, Wilhelm von Pochhammer, le entregó otros 48 mil pesos a Ludwig Freude para su resguardo."
En su libro, Newton llega a la conclusión de que Freude probablemente fue el representante local de la Oficina Tres de inteligencia secreta del canciller alemán Joachim von Ribbentrop, con más influencia en la Argentina que el propio embajador Edmund von Thermann. "En 1946 sostendría que era uno de los diez hombres más ricos de Sudamérica," escribe Newton.
Nacido en Alemania en 1895, Ludwig Freude había amasado una fortuna durante la década del treinta, época en que conoció al entonces joven militar Juan Perón en la provincia de Mendoza, donde Perón era jefe de la Agrupación de Montaña Cuyo mientras la Compañía General de Construcciones de Freude construía una ruta entre San Juan y Mendoza.
"Debido a que una de las especialidades más lucrativas de la General de Construcciones era la construcción militar, Freude había desarrollado amplios contactos en el Ejército, incluyendo a los generales Pistarini, Molina y Domingo Martínez", escribe Newton.
Su lujosa casa en el barrio de Belgrano se convirtió en el centro de reunión para diplomáticos alemanes y estos militares argentinos simpatizantes del Eje, ocasiones que Freude aprovechaba para hacer negocios. Un espía alemán, interrogado por los aliados, describió a Freude como a un "cerdo oportunista."
Aunque Freude nunca se afilió al partido Nazi, consiguió abogados para defender a los espías de Hitler cuando caían presos y actuó como síndico de la embajada. Especialmente notoria es la documentación de Newton referente al rol que jugaron Freude y Perón en una misión secreta a Europa del año 43 para intentar importar armas alemanas.
La relación entre los Freude y Perón también ha sido reconstruida por el profesor Meding, quien desde 1989 logró entrevistar a una gran cantidad de ex agentes y refugiados alemanes en una titánica y completísima labor.
"Empecé mi trabajo deseando documentar la existencia del Cuarto Reich en la Argentina", dice Meding.
El historiador finalmente se convenció de que no existió tal intento de construir un Reich post-Hitler, pero sí logró documentar los nombres de los diplomáticos, militares y eclesiásticos argentinos que condujeron a los fugitivos nazis desde Europa.
"Perón mantuvo permanente contacto con la colectividad alemana del país y cultivó esas amistades en particular", escribe Meding. "El empresario Ludwig Freude, por muchos años presidente del Club Alemán y uno de los alemanes más ricos de la Argentina, ya desde los años treinta había mantenido una relación de estrecha confianza con el ambicioso oficial. Como uno de los dirigentes de la colectividad alemana, había sido el hombre de confianza de la embajada del Tercer Reich, y después de la ruptura de las relaciones diplomáticas, junto con otras personas administró a título fiduciario el fondo de espionaje que había dejado el general Wolf como último agregado militar."
Aquel 17 de octubreEspecialmente reveladora es la reconstrucción de Meding de los días previos al 17 de octubre de 1945, horas difíciles que Evita y Perón lograron superar con la ayuda de Freude.
Los Estados Unidos venían aplicando una fuerte presión sobre el gobierno de facto del general Edelmiro Farrell para extraditar al hombre que consideraban el más peligroso agente nazi en la Argentina.
"Esta embajada considera sus esfuerzos por hacer que Freude sea internado como un caso testigo fundamental, en el que se mostrará si se puede desarmar la maquinaria nazi en la Argentina," escribió el encargado de Negocios de los Estados Unidos, John Cabot, al ministro de Relaciones Exteriores Juan Cooke, en septiembre de 1945.
"El 11 de septiembre de 1945, finalmente, el presidente Farrell dispuso mediante un decreto el arresto y la expulsión del extranjero Ludwig Freude," escribe Meding. "Este se defendió con medios legales y presentó una solicitud urgente de naturalización. Pero le fue rechazada en el acto, a lo que interpuso un recurso de casación."
Repentinamente, las dificultades del amigo de Perón con los Estados Unidos pasaron a segundo plano cuando Perón mismo cayó en desgracia con el gobierno de Farrell y se lo relevó de sus cargos como ministro de Guerra y vicepresidente de la Nación.
"Rodolfo (Rudi) Freude, hijo del empresario Ludwig Freude y buen amigo de Perón, por iniciativa de su padre le ofreció como refugio la casa de verano de la familia, Ostende, en una isla del delta del Tigre. De esta manera, sustrajo al político de las persecuciones que eran de esperar de sus adversarios", escribe Meding. "En la isla, con la única compañía de Eva Duarte, más tarde su esposa; y un sirviente de nombre Otto, que apenas entendía el español y que a causa de la palabra que más utilizaba era llamado Otto Jawohl (que significa sí, naturalmente) por los huéspedes, Perón esperó el desarrollo ulterior de los acontecimientos."
Meding describe cómo, mientras los obreros leales a Perón preparaban una huelga general, "el gobierno, en un estado de evidente confusión, ordenó la detención de Perón y comisionó al jefe de la policía argentina, coronel Aristóbulo E. Mittelbach, para que llevara a cabo el arresto. Este, íntimo de Perón y cofundador del GOU, todavía intentó mediar entre el presidente Farrell y su antiguo lugarteniente; por último, junto con el teniente coronel Domingo Mercante, visitó a Perón en la residencia de Freude y le describió la situación."
Desde el refugio de Freude, Perón fue llevado preso a la isla Martín García.
"Este acto de amistad no fue olvidado: en lo sucesivo se pasaron por alto las demandas de extradición británicas y norteamericanas y las investigaciones contra las actividades de Freude quedaron en nada", cuenta Meding.
"En mayo de 1946, Freude organizó una pomposa fiesta de cumpleaños para Eva Perón; en abril, su hijo Rodolfo había ascendido a secretario del Presidente. Este creó para Perón un servicio de información del Estado, la Secretaría de Informaciones, y organizó, junto con otros germano-argentinos, la emigración ilegal de alemanes al Río de la Plata a través de Italia", dice el libro de Meding.
Aunque Perón finalmente permitió la extradición de algunos agentes alemanes de poca importancia, se negó rotundamente a entregar a Freude, concedió a su amigo alemán un pasaporte argentino y firmó personalmente un decreto que lo limpiaba de sus cargos. Esta actitud aumentó el convencimiento de los Estados Unidos de que Perón formaba parte de una conspiración para crear un Cuarto Reich en la Argentina en la posguerra.
Los "allegados"Mientras tanto, Rodolfo Freude coordinaba al grupo de "allegados" nazis que, desde la Dirección de Migraciones, asesoraba a la presidencia en el rescate de fugitivos de los tribunales de guerra en Europa.
El frente actual de la casa isleña en el Tigre, que conserva el estilo de los cuarenta. Aquí vivió Perón antes del 17 de octubre.
De acuerdo con la documentación hallada por el Centro de Estudios Sociales, el grupo incluía a Pierre Daye, un belga que había sido condenado a muerte por colaboracionista, en Bruselas, el 18 de junio de 1947; a Jacques Marie de Mahieu, un "antropólogo" de la Waffen SS francesa que escribía libros sobre bio-política y teoría racial; y a Branko Benzon, el ex embajador de Croacia en Berlín, quien pasó de ser amigo personal de Adolf Hitler y Hermann Goering a convertirse en el médico de Perón, acompañando al general en su exilio a partir de 1955.
El nexo entre los allegados -en Migraciones- y la oficina de Rodolfo Freude -en la presidencia- era Carlos Horst Fuldner, un germano-argentino que había sido capitán de la SS en Alemania. De vuelta en la Argentina, Fuldner fundó la empresa CAPRI, donde consiguió empleo Adolf Eichmann, el arquitecto del holocausto judío de Hitler. Eichmann fue raptado de la argentina por un comando israelí en 1960, juzgado en Jerusalén y ejecutado en 1962. Sus últimas palabras antes de ser colgado fueron: "¡Viva Alemania! ¡Viva Argentina! ¡Viva Austria! ¡No olvidaré!"
Los allegados se ocupaban de todos los detalles de las fugas de Europa, enviando barcos especialmente contratados, como en el caso de la misión de Carlos Schulz en Suecia, trabajando con barcos de la línea Dodero desde Italia y a través de diplomáticos argentinos en Dinamarca, un importante operativo de rescate que derivó en un crisis diplomática con ese país nórdico.
"Perón había dado instrucciones a este respecto a sus consulados y embajadas en Europa", relata Meding. "En determinados casos, se hizo la vista gorda ante documentos incompletos e incluso faltantes y se limitó a un mínimo el trámite administrativo."
Sobre la base de sus entrevistas entre los sobrevivientes de la comunidad alemana de posguerra, Meding pudo confirmar el rol de Rodolfo Freude como agente de Perón en este tema.
"Perón, que había ordenado el operativo de salida clandestina, con Santiago Peralta tenía un hombre de su máxima confianza a la cabeza de las autoridades migratorias," escribe Meding. "Por el lado del gobierno, Rudi Freude, secretario de la Presidencia al principio del mandato de Perón, se encargaba de allanar el camino desde Alemania a la Argentina, con el apoyo tanto de Guillermo Staudt, hijo del importante industrial Ricardo Staudt, como también de Horst Fuldner, que atendía la organización de la operación secreta en Italia."
Por Uki Goñi
Migraciones paralelas
La existencia de los "allegados" nazis de Perón está comprobada en un sumario de 937 hojas referente a la corrupción en la Dirección General de Migraciones durante la gestión de Pablo Diana entre 1947 y 1949.
El sumario, abierto en 1949, investigó rumores sobre sobornos para el otorgamiento de permisos de entrada a "indeseables" judíos y comunistas, pero inesperadamente giró su atención hacía el ingreso de otras personalidades notables.
Adolf Eichman
Los funcionarios de Migraciones, al ser interrogados por los sumariantes, rápidamente delataron la existencia de un mecanismo informal que actuaba bajo la coordinación de la Casa Rosada
"El señor Carlos Fuldner revistaba como empleado de la Dirección y prestaba servicios a las ordenes del señor jefe de la División de Informaciones de la Presidencia de la Nación, señor Rodolfo Freude, con misiones reservadas y confidenciales en materia de entrada al país que consideraban indispensables para las cuestiones de gobierno", relata el sumario.
Las iniciales de los "allegados" en un expediente eran determinantes para aprobar o denegar una entrada al país. "B no J", por ejemplo, significaba que el ex embajador croata ante Hitler, Branko Benzon, recomendaba denegar el ingreso a un judío. La inicial "F" significaba que la entrada había sido aprobada por el ex capitán de la SS Fuldner.
El expediente, que concluyó en la exoneración de Diana y otros funcionarios de Migraciones, aunque no en la de Fuldner, gozó de un reposadísimo sueño en el Archivo General de la Nación hasta ser desempolvado recientemente por el "Proyecto Testimonio" de la DAIA.
Entre los interrogados estuvo el mismo Fuldner, quien admitió el ingreso de "cierto tipo de personas" cuyas identidades se rehusó a revelar por "razones de Estado", agregando que provocaría "problemas de conciencia" entre algunos argentinos el saber que estas personas habían ingresado en el país.
La Vía Nord
Una de las rutas clandestinas para el ingreso de refugiados y fugitivos del Tercer Reich fue la "vía danesa", abierta por Carlos Horst Fuldner, por la cual llegaron la mayoría de los técnicos en aviación de Hitler que proveyeron el "know-how" para la construcción del Pulqui, el primer jet argentino y el orgullo de Perón.
Fuldner facilitó este servicio a la Secretaría de Aeronáutica a través de la agencia de viajes Via Nord, ubicada en un primer piso de la calle Suipacha.
Un joven sueco de 18 años fue empleado allí durante los veranos de 1951 y 1952 y se acuerda perfectamente del ambiente "nazi" que se respiraba.
"El dueño de la agencia era un ex capitán del ejército sueco que fue voluntario en la guerra por Hitler," recuerda Ragnar Hagelin, que 25 años más tarde sufriría la desaparición de su hija Dagmar por efectivos de la ESMA. "Mi jefe directo fue atleta alemán en la Olimpíada del año 36, uno de los que hizo el saludo nazi ante Hitler. El contador era dinamarqués y la secretaria del dueño era alemana."
A raíz de un entredicho con sus jefes, Hagelin comentó el extraño ambiente ante un diplomático de la embajada sueca en Buenos Aires. "¿Pero no sabías que eso es un nido de nazis?", le alertó el diplomático.
"Yo era un adolescente inmaduro en ese momento, si no pudiera haber investigado mucho más," dice Hagelin. "Lo que recuerdo es que ellos tenían un archivo con los datos personales de todos quienes habían venido por la empresa, casi todos conseguían vivienda en la zona de Florida, ahí después de Vicente López."
Hagelin era el encargado de reservar, pagar y retirar los pasajes que se empleaban. "Ellos me mandaban a la empresa de navegación Dodero fundamentalmente, ahí en Corrientes y Reconquista, e incluso en alguna ocasión con mucho disgusto me tocó ir hasta Florida a dejar algún pasaje a domicilio una vez que lo habíamos pagado y retirado."
Jacques de Mahieu que trabajó como asesor del gobierno peronista
Jacques de Mahieu que trabajó como asesor del gobierno peronista
Los puertos en los pasajes que recuerda Hagelin coinciden exactamente con los hallazgos de los historiadores del "Proyecto testimonio" y de Holger Meding. "Casi todos venían vía Dinamarca, Suecia y España. La mayor parte de las reservas que se hacían en Dodero salían por el puerto de Vigo, en España."
Ostende, en el Delta
Los años no han pasado en vano para Rodolfo Freude. Quien en 1949 era un joven funcionario que acababa de cruzar la barrera de los veinte años y se ocupaba de poblar la Argentina con fugitivos del Tercer Reich, es hoy un hombre que ha padado los setenta y cuenta con el respeto y la estima de los vecinos de su casa de fin de semana en el Tigre.
Aunque remodelada hace veinte años, Ostende (así se llama la propiedad), sirvió de refugio del entonces ascendente vicepresidente de la Nación y secretario de Trabajo y Previsión Social, Juan Domingo Perón, en los días previos al 17 de octubre de 1945.
El muelle es muy familiar para los visitantes
Cuesta imaginarse que esa vivienda, amplia pero sencilla, haya sido el escenario elegido para que, el 7 de mayo de 1946, Evita festejase su cumpleaños número 27
Es que, pese a sus tempranos inicios, este hombre "alto, grandote, de ojos claros y muy rubio", según descripción de su vecinos, hace rato que se mantiene alejado de la política.
Serio, correcto, pionero del Tigre"Es un hombre serio y correcto. Poblador de la zona hace más de 60 años y el que primero trajo luz y teléfono a las islas", señaló el conductor de la lancha colectivo "Interisleña XIX".
A diferencia de Mario Falak, vecino de Freude por lo menos en lo que respecta a sus casas de fin de semana, el antiguo funcionario de Perón no suele recibir visitas en Ostende. Prefiere la companía de su mujer y sus tres hijos. Con ellos, cubre el trayecto que va desde el puerto de Tigre hasta la confluencia de los ríos Capitán y San Antonio.
Hasta hace algunos años, lo hacía en la embarcación que guardaba en el Yacht Club Argentino de San Fernando.
Hoy, luego de haberla vendido, utiliza el servicio de las lanchas taxi "Los Aventureros II".
Nicolás Cassese
EL LADO NAZI DE FIDEL CASTRO
En las ultimas semanas Fidel Castro ha dado dos testimonios con los que podría ser juzgado por crimenes de lesa humanidad en la Corte de La Haya.
En el primero dijo que fue un error que su gobierno persiguiera a los homosexuales
Y a los que sufrieron torturas y trabajos forzados y murieron en los campos de concentration de la UMAP?
Ahora dice que el sistema cubano no funciona despues de 50 años y la destruccion completa de un pueblo.
Y los desposeidos de sus bienes, y los torturados y fusilados, y los que murieron huyendo de ese sistema en El Estrecho de la Florida, y a los que privaron del derecho de crecer y vivir en su pais?
Todo esto queda impune?.
LO QUE DIJO:
El ex presidente cubano Fidel Castro admitió ante el periodista estadounidense Jeffrey Goldberg que considera que el modelo cubano “ya no funciona” para la isla, según la segunda parte de la entrevista con el histórico líder cubano que publica hoy en Internet la revista “The Atlantic”.
The Cuban Model, Not Working So Much
Last week, there was a bit of a kerfuffle on the international Interwebs about Fidel Castro's statement to me that the "Cuban model" doesn't even work for Cuba anymore. Fidel himself said, in speech last Friday, that I had misinterpreted his statement, that it was American-style capitalism, and not Cuban-style socialism, that was failing. This week, the Cuban government announced that it would be laying off half--a-million public sector workers:
The mass layoffs will take place between now and the end of March, according to a statement issued Monday by the Cuban Workers Federation, the island nation's only official labor union. Workers will be encouraged to find jobs in Cuba's tiny private sector instead.
"Our state can't keep maintaining ... bloated payrolls," the union's statement said. More than 85% of Cuba's 5.5 million workers are employed by the state.
“El modelo cubano ya no funciona ni para nosotros”, respondió Fidel Castro ante una pregunta del periodista sobre si seguía creyendo que el modelo cubano era algo que todavía merece la pena exportar, relata Goldberg.
Fidel: 'Cuban Model Doesn't Even Work For Us Anymore'
There were many odd things about my recent Havana stopover (apart from the dolphin show, which I'll get to shortly), but one of the most unusual was Fidel Castro's level of self-reflection. I only have limited experience with Communist autocrats (I have more experience with non-Communist autocrats) but it seemed truly striking that Castro was willing to admit that he misplayed his hand at a crucial moment in the Cuban Missile Crisis (you can read about what he said toward the end of my previous post - but he said, in so many words, that he regrets asking Khruschev to nuke the U.S.).
MORE ON Fidel Castro:Jeffrey Goldberg: Castro has misgivings about how he handled the Cuban Missile Crisis
Jeffrey Goldberg: Fidel Tries to Wriggle Out of One
Even more striking was something he said at lunch on the day of our first meeting. We were seated around a smallish table; Castro, his wife, Dalia, his son; Antonio; Randy Alonso, a major figure in the government-run media; and Julia Sweig, the friend I brought with me to make sure, among other things, that I didn't say anything too stupid (Julia is a leading Latin American scholar at the Council on Foreign Relations). I initially was mainly interested in watching Fidel eat - it was a combination of digestive problems that conspired to nearly kill him, and so I thought I would do a bit of gastrointestinal Kremlinology and keep a careful eye on what he took in (for the record, he ingested small amounts of fish and salad, and quite a bit of bread dipped in olive oil, as well as a glass of red wine). But during the generally lighthearted conversation (we had just spent three hours talking about Iran and the Middle East), I asked him if he believed the Cuban model was still something worth exporting.
"The Cuban model doesn't even work for us anymore," he said.
This struck me as the mother of all Emily Litella moments. Did the leader of the Revolution just say, in essence, "Never mind"?
I asked Julia to interpret this stunning statement for me. She said, "He wasn't rejecting the ideas of the Revolution. I took it to be an acknowledgment that under 'the Cuban model' the state has much too big a role in the economic life of the country."
Julia pointed out that one effect of such a sentiment might be to create space for his brother, Raul, who is now president, to enact the necessary reforms in the face of what will surely be push-back from orthodox communists within the Party and the bureaucracy. Raul Castro is already loosening the state's hold on the economy. He recently announced, in fact, that small businesses can now operate and that foreign investors could now buy Cuban real estate. (The joke of this new announcement, of course, is that Americans are not allowed to invest in Cuba, not because of Cuban policy, but because of American policy. In other words, Cuba is beginning to adopt the sort of economic ideas that America has long-demanded it adopt, but Americans are not allowed to participate in this free-market experiment because of our government's hypocritical and stupidly self-defeating embargo policy. We'll regret this, of course, when Cubans partner with Europeans and Brazilians to buy up all the best hotels).
But I digress. Toward the end of this long, relaxed lunch, Fidel proved to us that he was truly semi-retired. The next day was Monday, when maximum leaders are expected to be busy single-handedly managing their economies, throwing dissidents into prison, and the like. But Fidel's calendar was open. He asked us, "Would you like to go the aquarium with me to see the dolphin show?"
I wasn't sure I heard him correctly. (This happened a number of times during my visit). "The dolphin show?"
"The dolphins are very intelligent animals," Castro said.
I noted that we had a meeting scheduled for the next morning, with Adela Dworin, the president of Cuba's Jewish community.
"Bring her," Fidel said.
Someone at the table mentioned that the aquarium was closed on Mondays. Fidel said, "It will be open tomorrow."
And so it was.
Late the next morning, after collecting Adela at the synagogue, we met Fidel on the steps of the dolphin house. He kissed Dworin, not incidentally in front of the cameras (another message for Ahmadinejad, perhaps). We went together into a large, blue-lit room that faces a massive, glass-enclosed dolphin tank. Fidel explained, at length, that the Havana Aquarium's dolphin show was the best dolphin show in the world, "completely unique," in fact, because it is an underwater show. Three human divers enter the water, without breathing equipment, and perform intricate acrobatics with the dolphins. "Do you like dolphins?" Fidel asked me.
"I like dolphins a lot," I said.
Fidel called over Guillermo Garcia, the director of the aquarium (every employee of the aquarium, of course, showed up for work -- "voluntarily," I was told) and told him to sit with us.
"Goldberg," Fidel said, "ask him questions about dolphins."
"What kind of questions?" I asked.
"You're a journalist, ask good questions," he said, and then interrupted himself. "He doesn't know much about dolphins anyway," he said, pointing to Garcia. He's actually a nuclear physicist."
"You are?" I asked.
"Yes," Garcia said, somewhat apologetically.
"Why are you running the aquarium?" I asked.
"We put him here to keep him from building nuclear bombs!" Fidel said, and then cracked-up laughing.
"In Cuba, we would only use nuclear power for peaceful means," Garcia said, earnestly.
"I didn't think I was in Iran," I answered.
Fidel pointed to the small rug under the special swivel chair his bodyguards bring along for him.
"It's Persian!" he said, and laughed again. Then he said, "Goldberg, ask your questions about dolphins."
Now on the spot, I turned to Garcia and asked, "How much do the dolphins weigh?"
They weigh between 100 and 150 kilograms, he said.
"How do you train the dolphins to do what they do?" I asked.
"That's a good question," Fidel said.
Garcia called over one of the aquarium's veterinarians to help answer the question. Her name was Celia. A few minutes later, Antonio Castro told me her last name: Guevara.
"You're Che's daughter?" I asked.
"Yes," she said.
"And you're a dolphin veterinarian?"
"I take care of all the inhabitants of the aquarium," she said.
"Che liked animals very much," Antonio Castro said.
It was time for the show to start. The lights dimmed, and the divers entered the water. Without describing it overly much, I will say that once again, and to my surprise, I found myself agreeing with Fidel: The aquarium in Havana puts on a fantastic dolphin show, the best I've ever seen, and as the father of three children, I've seen a lot of dolphin shows. I will also say this: I've never seen someone enjoy a dolphin show as much as Fidel Castro enjoyed the dolphin show.
In the next installment, I will deal with such issues as the American embargo, the status of religion in Cuba, the plight of political dissidents, and economic reform. For now, I leave you with this image from our day at the aquarium (I'm in the low chair; Che's daughter is behind me, with the short, blondish hair; Fidel is the guy who looks like Fidel if Fidel shopped at L.L. Bean):
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Jeffrey Goldberg: Fidel Tries to Wriggle Out of One
"The Cuban model doesn't even work for us anymore," he said.
This struck me as the mother of all Emily Litella moments. Did the leader of the Revolution just say, in essence, "Never mind"?
I asked Julia to interpret this stunning statement for me. She said, "He wasn't rejecting the ideas of the Revolution. I took it to be an acknowledgment that under 'the Cuban model' the state has much too big a role in the economic life of the country."
Julia pointed out that one effect of such a sentiment might be to create space for his brother, Raul, who is now president, to enact the necessary reforms in the face of what will surely be push-back from orthodox communists within the Party and the bureaucracy. Raul Castro is already loosening the state's hold on the economy. He recently announced, in fact, that small businesses can now operate and that foreign investors could now buy Cuban real estate. (The joke of this new announcement, of course, is that Americans are not allowed to invest in Cuba, not because of Cuban policy, but because of American policy. In other words, Cuba is beginning to adopt the sort of economic ideas that America has long-demanded it adopt, but Americans are not allowed to participate in this free-market experiment because of our government's hypocritical and stupidly self-defeating embargo policy. We'll regret this, of course, when Cubans partner with Europeans and Brazilians to buy up all the best hotels).
But I digress. Toward the end of this long, relaxed lunch, Fidel proved to us that he was truly semi-retired. The next day was Monday, when maximum leaders are expected to be busy single-handedly managing their economies, throwing dissidents into prison, and the like. But Fidel's calendar was open. He asked us, "Would you like to go the aquarium with me to see the dolphin show?"
I wasn't sure I heard him correctly. (This happened a number of times during my visit). "The dolphin show?"
"The dolphins are very intelligent animals," Castro said.
I noted that we had a meeting scheduled for the next morning, with Adela Dworin, the president of Cuba's Jewish community.
"Bring her," Fidel said.
Someone at the table mentioned that the aquarium was closed on Mondays. Fidel said, "It will be open tomorrow."
And so it was.
Late the next morning, after collecting Adela at the synagogue, we met Fidel on the steps of the dolphin house. He kissed Dworin, not incidentally in front of the cameras (another message for Ahmadinejad, perhaps). We went together into a large, blue-lit room that faces a massive, glass-enclosed dolphin tank. Fidel explained, at length, that the Havana Aquarium's dolphin show was the best dolphin show in the world, "completely unique," in fact, because it is an underwater show. Three human divers enter the water, without breathing equipment, and perform intricate acrobatics with the dolphins. "Do you like dolphins?" Fidel asked me.
"I like dolphins a lot," I said.
Fidel called over Guillermo Garcia, the director of the aquarium (every employee of the aquarium, of course, showed up for work -- "voluntarily," I was told) and told him to sit with us.
"Goldberg," Fidel said, "ask him questions about dolphins."
"What kind of questions?" I asked.
"You're a journalist, ask good questions," he said, and then interrupted himself. "He doesn't know much about dolphins anyway," he said, pointing to Garcia. He's actually a nuclear physicist."
"You are?" I asked.
"Yes," Garcia said, somewhat apologetically.
"Why are you running the aquarium?" I asked.
"We put him here to keep him from building nuclear bombs!" Fidel said, and then cracked-up laughing.
"In Cuba, we would only use nuclear power for peaceful means," Garcia said, earnestly.
"I didn't think I was in Iran," I answered.
Fidel pointed to the small rug under the special swivel chair his bodyguards bring along for him.
"It's Persian!" he said, and laughed again. Then he said, "Goldberg, ask your questions about dolphins."
Now on the spot, I turned to Garcia and asked, "How much do the dolphins weigh?"
They weigh between 100 and 150 kilograms, he said.
"How do you train the dolphins to do what they do?" I asked.
"That's a good question," Fidel said.
Garcia called over one of the aquarium's veterinarians to help answer the question. Her name was Celia. A few minutes later, Antonio Castro told me her last name: Guevara.
"You're Che's daughter?" I asked.
"Yes," she said.
"And you're a dolphin veterinarian?"
"I take care of all the inhabitants of the aquarium," she said.
"Che liked animals very much," Antonio Castro said.
It was time for the show to start. The lights dimmed, and the divers entered the water. Without describing it overly much, I will say that once again, and to my surprise, I found myself agreeing with Fidel: The aquarium in Havana puts on a fantastic dolphin show, the best I've ever seen, and as the father of three children, I've seen a lot of dolphin shows. I will also say this: I've never seen someone enjoy a dolphin show as much as Fidel Castro enjoyed the dolphin show.
In the next installment, I will deal with such issues as the American embargo, the status of religion in Cuba, the plight of political dissidents, and economic reform. For now, I leave you with this image from our day at the aquarium (I'm in the low chair; Che's daughter is behind me, with the short, blondish hair; Fidel is the guy who looks like Fidel if Fidel shopped at L.L. Bean):