¡Científicos Rusos Descubren El Infierno!
“Pero ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni siquiera mirarlo.” (Apocalipsis 5:3)
Algo que ha desperado curiosidad desde antaño es el famoso “Infierno”. De acuerdo a la mitología griega, hay varios infiernos debajo de la Tierra, en el mundo de los muertos bajo el dominio del dios Hades. La posibilidad de que la Tierra sea hueca, de que se pueda entrar en ella a través de los polos Norte y Sur, y de que civilizaciones secretas florezcan en su interior, ha espoleado la imaginación desde tiempo inmemorial. Así, el héroe babilónico Gilgamesh visitó a su antepasado Utnapishtim en las entrañas de la Tierra; en la mitología griega, Orfeo trata de rescatar a Euridice del infierno subterráneo, y Hércules va en busca de Megara; se decía que los faraones de Egipto se comunicaban con el mundo inferior, al cual accedían a través de túneles secretos ocultos en las pirámides; y los budistas creían -y creen todavía- que millones de personas viven en Agharta, un paraíso subterráneo gobernado por el rey del mundo; por su parte, la mitología nórdica también habla de héroes que buscaron las cuevas y puertas que llevan a este lugar, tanto que el dios Odín tenía todo un palacio de los héroes muertos en combate, llamado el “Valhala”.
La Torá menciona: “"No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.” (Éxodo 20:4, Deuteronomio 4.15-18 y 5.8). Éste libro y el de Enoc, podrían dar información suficiente como para escribir una obra que solamente hablase del Mundo Inferior.
El mundo científico no fue inmune a esta teoría: Leonard Euler, un genio matemático del siglo XVIII dedujo que la Tierra era hueca, que contenía un sol central y que estaba habitada; y el doctor Edmund Halley, descubridor del cometa Halley y astrónomo Real de Inglaterra en el siglo XVIII, también creía que la Tierra era hueca y albergaba en su interior tres plantas. Ninguna de estas teorías estaba sustentada científicamente, pero alternaban con varias obras de ficción sobre el mismo tema, las más importantes de las cuales eran Las Aventuras de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe (1.833); y el Viaje al centro de la Tierra de Julio Verne (1.864), en la que también un profesor aventurero, su sobrino y un guía penetran en el interior de la Tierra a través de un volcán extinguido en Islandia, y encuentran nuevos cielos, mares y reptiles gigantescos y prehistóricos que pululan en los bosques.
El vicealmirante Richard E. Byrd de la US Navy fue un distinguido aviador pionero y explorador polar que sobrevoló el Polo Norte el 09 de mayo de 1.926 y dirigió numerosas expediciones a la Antártica, incluyendo un vuelo sobre el Polo Sur el 29 de noviembre de 1.929. Entre 1.946 y 1.947, llevó a cabo la operación a gran escala llamada "High Jump" (Salto Alto), durante la cual descubrió y cartografió 1.390.000 km2 de territorio antártico.
Richard Bird sobrevoló el polo norte y traspasó una barrera donde la brújula se volvió loca, Bird fue adentrándose en unas tierras desconocidas y empezó a reportar por radio que desde su aeronave veía tierra verde, posteriormente animales tales como mamuts, dijo haber entrado en el “fondo de la tierra”, ver iluminación propia tan fuerte como nuestro propio sol y grandes complejos urbanísticos como si otro mundo actuase paralelamente al nuestro varios kilómetros debajo de nuestros pies.
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Se creyó que Bird continuó sus expediciones con un equipo subvencionado por él ya que nadie creyó jamás en sus historias, sin embargo, la multimillonaria familia Rockefeller escuchó su historia y le pagó sus expediciones.
El vicealmirante Byrd, volvió varias veces a buscar este sitio en el polo norte y en el polo sur, y prefirió tomar esas experiencias posteriores para sí mismo antes que ser ridiculizado por el vulgo, como ya le había acontecido la primera vez por los medios de comunicación.
La historia se hubiese quedado allí sino es por los testimonios de navegantes suecos, noruegos y finlandeses que contaban desde antes del siglo XIX que había una tierra de hombres de gran belleza e inmortalidad que vivían más allá del polo norte, en tierras donde es imposible llegar para el hombre.
Muchas de estas contadas directamente por los propios marineros que habiéndose perdido fueron recibidos por estos hombres, alojados y después les enseñaron el camino de regreso.
Lo curioso es que esto de un mundo cálido en el polo norte se sopesa con las pruebas: durante muchos años las corrientes que bajan de Groenlandia y Alaska han traído consigo restos de madera, trozos de árboles y todo tipo de vegetación, también varios mamuts congelados y hombres. Esto da un giro a la concepción que tenemos del polo norte como inhabitable.
Tal como antes cité, el escriba Enoc también habló de este lugar donde según él estaba no solo lo ya mencionado, sino muchos lugares más a donde fue llevado él mismo por los ángeles, en un “carro de fuego”. Cuando Enoc tenía 365 años de edad recibió la aparición de dos hombres sobre humanos que lo sacaron de la tierra, le mostraron los palacios de los cielos, y fue también llevado al centro de la tierra. De todo esto escribió 365 libros, y años después volvió a la tierra y los entregó a su hijo Matusalén para que los enseñara a su descendencia. Al año fue nuevamente sacado para ya no volver más.
En muchas partes de la Biblia también se habla de este lugar al que se denomina: “Sheól” (hebreo: “Basurero”), donde está el Seno de Abraham, el lugar de luz a donde llegan las personas que se han hallado inscritas en el Libro de la Vida y donde esperan por la resurrección de todos los muertos. Delante, separados por un gran abismo están los “Sepultados”, todos aquellos que en su vida solo hicieron el mal y esperan a ser condenados en el Día del Gran Juicio. “Por eso Dios también lo exaltó –a Jesucristo- sobre todas las cosas y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” (Filipenses 2:9-11).
Durante muchos años se han registrado episodios de aves prehistóricas surcando el cielo de EE.UU. en varios estados, en su mayoría aves de dimensiones desproporcionadas, a tal punto que en un caso se disparó y mató a un ave que estaba aparentemente descansando en tierra y su envergadura era de ¡28m! Con un diámetro de un extremo al otro de las alas de ¡48m! ¿De dónde salió esa criatura?
En 1.856, en un túnel en construcción, hallaron, al romper una gran piedra de caliza, un extraño animal que agitando las alas trató de escapar, pero murió a los pocos segundos. Este animal parecido a un murciélago medía ¡3,25 metros! tenía grandes y agudos dientes; en vez de pies, largas garras. La piel era parecida al cuero, gruesa, de un color oscuro y grasiento. La piedra de caliza donde fue hallado era como un molde perfecto de su cuerpo. Este animal fue identificado por un estudiante de paleontología como un Pterodáctilo, los cuales se presume que desaparecieron hace unos 90 millones de años. ¿De dónde provinieron esas aves? y ¿Cómo sobrevivieron en cuevas?, ¿Se habrán perdido buscando cabida entre cavernas desde ese Mundo Central?
Falta resaltar una de las anécdotas de este mundo de inframundo que contradice la hipótesis del núcleo de la tierra, “El agujero de infierno”: La historia parece haber sido difundida sobre tres episodios de “Trinidad” que difunde el programa de Red a principios de 1.990. La Trinidad también publicó un artículo sobre su lista de direcciones de Internet. Según se dice fue traducido del periódico original finlandés “Ammennusastia”. La historia implica un equipo de geólogos que taladraban 14,4 kilómetros en la tierra, muy al sur de Siberia dentro de unas largas cuevas naturales, para estudiar el maquillaje de la corteza terrestre. Bajaron micrófonos en el agujero y quedaron atontados al oír los gritos de personas que sufren en la agonía horrible. Ellos sólo podrían asumir que habían alcanzado el Hades.
Un artículo del periódico en Finlandia añadió más detalles: “Un gas luminoso se proyectó del agujero cuando se taladraba”. Parecido a un diamante brillante, surgió un ser con alas de murciélago, entonces se unieron a esto las palabras en ruso: "He conquistado", “visibilidad en contra del cielo”. Es decir, que algo similar a la luz solar emergió de ese agujero a casi 15 Km. de profundidad. El líder de la investigación “Azzacov”, dijo: ¡" El centro profundo de la tierra es hueco!... Las temperaturas de 1,100 ºC fueron registradas... nosotros podríamos oír miles, quizás millones de personas en el fondo, gritos de almas que sufren. "La información que recogimos es tan sorprendente, que sinceramente tenemos miedo de que nosotros pudiésemos encontrarnos allí". La mitad de los científicos según se dice rechazó seguir taladrando, y más adelante se tapó la entrada a la cadena de cavernas.
El escritor Peter Kolosimo menciona que en la Amazonia, un explorador extraviado accidentalmente en un vasto laberinto subterráneo fue adentrándose más y más en él, a ciegas en su angustia. De pronto, el hombre se encontró en un lugar donde los muros de roca y tierra lucían iluminados "como por un sol de esmeralda". Estas cavernas iluminadas tan fuertemente por aquella luminosidad se extendían indefinidamente. Refiere que el aventurero se encontró también ante un enorme insecto que parecía una araña de dimensiones colosales y un apetito también colosal, por lo cual debió salir huyendo tan rápido como le fue posible. Durante su huida, el explorador divisó al fondo de una de las galerías iluminadas unas sombras que semejaban seres humanos.
También las tradiciones de las lamaserías tibetanas afirman que existen vastos espacios subterráneos en los cuales abunda una fuente de irradiación de energía que emite una especie de luminiscencia verde capaz de sustituir con ventaja los rayos solares ya que estimula el crecimiento de los vegetales y prolonga admirablemente la vida humana retardando al mismo tiempo el envejecimiento del cuerpo y de la mente.
En los Estados Unidos hay otros aportes curiosos que refuerzan las tradiciones folklóricas acerca del "sol de esmeralda". Un buscador de oro, de apellido White, cuenta que durante una de sus incursiones en busca de mineral se adentró por unas cavernas naturales, en 1.935. Relata que avanzó mucho hacia el interior de la tierra hasta encontrarse de pronto en una plaza o sala de vastas proporciones donde yacían centenares de cadáveres humanos que parecían naturalmente momificados. Unos aparecían sentados en escaños de piedra tallada; otros estaban tendidos sobre el pavimento de piedra lisa y bien nivelada, en posturas extrañas, como si una muerte súbita los hubiera congelado en medio de movimientos danzarines. White agrega que aquellos seres se veían vestidos con ropas hechas de un material semejante al cuero, aunque claramente se trataba de otra cosa. En torno a ellos resplandecían grandes estatuas de oro fundido. Dijimos "resplandecían", pues todo el lugar estaba nítidamente iluminado por una extraña fluorescencia verde.SERA EL SOL CENTRAL VERDE DEL QUE HABLA MIGUEL SERRANO EN SU LIBRO "EL CORDON DORADO"
El relato de White causó gran revuelo y pronto se organizó una expedición en busca, a no dudarlo, de las estatuas de oro. La expedición no logró dar con el lugar indicado por el buscador de oro, aunque se aventuraron por varias cavernas laberínticas en las que debieron gastar mucho tiempo y precauciones para evitar extraviarse.
Más tarde, los periodistas entrevistaron a un viejo minero que admitió conocer, también él, aquellos parajes subterráneos. Los periodistas lo sometieron a preguntas detalladas, con objeto de carear su versión con detalles ignorados por el público del relato de White. Ambos relatos coincidían casi en todos los detalles, y las diferencias no eran contradicciones sino simplemente se originaban en dos perspectivas distintas sobre un mismo lugar.
El viejo minero agregó, además, que por ningún motivo indicaría a nadie la entrada a aquel lugar, pues se trataba de una "localidad maldita", que podría desatar horribles calamidades sobre la gente si algunos intrusos imprudentes rompían ciertos sellos. Era obvio que el anciano sentía un terror supersticioso, invencible, en relación a aquellas cavernas.
También en los Estados Unidos surgió otro relato impresionante respecto de las profundas cavernas habitadas. El mismo Peter Kolosimo refiere que en 1.920 un guía indio de California, de nombre Thomas Wilson, le proporcionó la historia de una extraña aventura que le habría ocurrido a su abuelo.
Dice Wilson que en una ocasión el anciano indio se introdujo por unos cañadones y desfiladeros estrechos que pronto se convirtieron en galerías subterráneas. El hombre, con el estoicismo inquisitivo propio de su raza, siguió adelante en su exploración, ayudado por una luminosidad que primero era tenue pero que más adelante fue haciéndose más intensa. Finalmente fue a parar a una gran ciudad subterránea en la cual permaneció durante algún tiempo viviendo entre personas extrañas que lo acogieron con discreta hospitalidad caritativa. El anciano no estaba en condiciones de proporcionar muchos detalles sobre la vida de aquellas gentes, excepto que eran muy raros, hablaban una lengua incomprensible y se nutrían de cierta clase de alimentos que no le parecieron muy sabrosos y que no eran de origen natural. Quizás con ello el indio se refería solamente a que no eran ninguna clase de los alimentos que le resultaban conocidos. También el anciano mencionó que aquellos individuos vestían ropas hechas con algo que semejaba cuero pero no era cuero. Esa descripción nos lleva obviamente a pensar en los materiales plásticos, pero, según la época en que surgieron tanto la historia del abuelo de Thomas Wilson como la de White, los plásticos todavía no se habían desarrollado ni menos podía pensarse en una clase de plástico con la que se pudiera confeccionar trajes.
Existen otras leyendas indias acerca de inmensas redes de túneles, algunos de los cuales se hunden en profundidades tales que el calor se hace insoportable y no es posible respirar. Los apaches, diestros en utilizar las cavernas naturales como escondrijos, tienen historias que nos resultan difíciles de creer. Por ejemplo, una de ellas habla de una comunicación, por cavernas profundas, entre su territorio y... ¡el altiplano incaico!
Cuentan que un grupo de sus antepasados, huyendo ante el ataque feroz de otra tribu, hubieron de refugiarse en esos túneles. Una vez en ellos, emprendieron un viaje que les tomó "varios años" y que los llevó hasta el lejano territorio de Sudamérica. Y algo más impresionante: según aquellos indios, se trataría de túneles muy expeditos, excavados por la mano de seres inteligentes.
Si vemos la Leyenda Asiática, nos encontramos con los monjes budistas tibetanos quienes afirman que existe un vasto reino subterráneo, con ríos, campos de cultivo y numerosas ciudades. Este reino se llama Shambhala, y moran en él los descendientes de una raza de hombres superiores que buscaron refugio bajo tierra para salvarse de un cataclismo espantoso. Las tradiciones de los lamas dicen que de esos hombres superiores surgirá un día un héroe o santo, en todo caso un conductor gobernante de gran sabiduría y poder, que salvará a la humanidad de su destrucción. Este salvador esperado, según ellos, se llama Maitreya.
Por su parte, los hindúes se refieren acaso al mismo reino –o quizás a otro– con el nombre de Agarthi. Se trata también de un hermoso reino subterráneo que se encontraría en las profundidades bajo los Himalayas, y que correspondería con el equivalente a los Campos Elíseos de la cultura helénica.
Según el naturalista ruso Ossendowky, Agarthi es el corazón secreto de la sabiduría y de la inteligencia, y su origen se remontaría nada menos que a 600.000 años atrás. Es decir, Agarthi no habría sido construido por nuestra especie, que por aquellos años apenas si alcanzaba a bosquejar las características del un hombre desarrollando el manejo de las piedras, la madera y la cacería.
Hay numerosas opiniones que apuntan a relacionar el Agarthi con la antiquísima civilización pre-humana del desaparecido continente de Mu. Desafortunadamente quienes nos proporcionan detalles acerca de Agarthi y acerca de Mu lo hacen de un modo entre fantasioso e ingenuo, basándose la mayoría de las veces en fuentes tan dudosas como revelaciones de espiritistas o percepción de voces cósmicas. Fuera de ello, suelen anexar a sus descripciones ciertas supuestas "enseñanzas secretas" de carácter espiritual que finalmente acaban siendo la repetición alambicada del "Amaos los unos a los otros" que Jesucristo expresó con tanta sencillez.
No obstante el mito es poderoso y está vivo en la India, donde se expresa en versiones distintas pero que coinciden en indicar la creencia de que en aquel reino existe una ciencia superior y un entendimiento de la realidad que exige a sus habitantes un sentido ético fundamentalmente distinto del nuestro. Tanto, que los habitantes de Agarthi han optado por mantenerse encerrados en sus fronteras subterráneas sin permitir el paso más que a unos poquísimos elegidos que al parecer no vuelven jamás a reincorporarse al mundo de los hombres comunes.
Por cierto que en varias oportunidades han aparecido en Europa, sobre todo en París y Londres, algunos personajes exóticos que han presumido de ser pontífices, dignatarios y hasta reyes de Agarthi, para luego verse mezclados en situaciones ridículas o en míseros timos. Sin embargo la misma existencia de semejantes timadores nos da una idea acerca de la poderosa vigencia de la leyenda. Ni en India ni en ningunos de los países himalayos se habla con liviandad acerca de Agarthi. Se le considera un asunto serio, y uno queda con la sensación de que aquellos pueblos saben más sobre el asunto de lo que quieren decir.
Por otra parte, también los investigadores occidentales muestran, en la mayoría de los casos, una curiosa reserva acerca de sus descubrimientos sobre el tema, y a menudo sólo tiene el público alguna información en forma indirecta y distorsionada.
Tal ha sido el caso, por ejemplo, de las investigaciones hechas por los nazis. Lo poco que se sabe de ellas ha sido a través de versiones antinazistas y con evidente intención de ridiculizar a Hitler.
Sin embargo, los rusos habían iniciado un vasto programa de investigaciones científicas en el Tíbet, siguiendo el curso de las tradiciones existentes en los lamasterios budistas del Himalaya, incluyendo el estudio de prácticas iniciáticas y de posible comunicación telepática con inteligencias del cosmos exterior o del cosmos interior.
China no ha dado a conocer si por su parte ha continuado tales investigaciones, luego del enfriamiento de relaciones diplomáticas con Moscú se ha negado a que nuevas expediciones rusas tengan acceso a esos lugares.
También en su propio territorio los rusos han podido efectuar interesantes exploraciones sobre estas enigmáticas civilizaciones subterráneas. En el Azerbaiján, por ejemplo, hasta donde fueron enviadas varias expediciones científicas a partir de los escandalosos comentarios supersticiosos sobre el "Pozo Sin Fondo", un embudo vertical, aparentemente formado por la naturaleza, que se abre en aquella región del Cáucaso. Como ya indiqué antes, las gentes hablaban de que subían alaridos, golpes, ruidos de forja y lamentos estremecedores, y que a veces un resplandor azulenco iluminaba las profundidades mientras que las paredes parecían también adquirir aquella tenue luminosidad.
Al efectuar el descenso por la "chimenea" de la caverna, hubieron de desistir en el intento de alcanzar el fondo mismo, pues su profundidad resultaba excesiva incluso para los medios modernos de exploración espeleológica. Dirigieron entonces las investigaciones hacia las oquedades del contorno, en procura de algún sistema de túneles que les permitieran descender paulatinamente sin perder del todo contacto con la "chimenea" central. Fueron descubriendo así un dédalo de cavernas asombrosas. Exploraciones sucesivas han comprobado que ese sistema de cavernas alcanza hasta lugares enormemente lejanos en la región caucásica y en Georgia, hacia el Sur.
La inclinación natural a suponer que esas cavernas habían sido ocupadas por hombres prehistóricos se vio al principio confirmada por el hallazgo de osamentas humanas y algunas inscripciones rupestres toscas y fácilmente determinadas. No obstante, un examen más minucioso dejó en evidencia que las osamentas eran muy posteriores a la excavación artificial de muchas de las grutas y galerías que interconectaban los túneles naturales. Finalmente los espeleólogos rusos descubrieron que había todo un sistema de túneles convergentes hacia determinadas arterias principales excavadas en las profundidades. Desgraciadamente la exploración no ha podido aún ser exhaustiva a causa de las numerosas obstrucciones por derrumbes. A pesar de todo, la red de galerías artificiales ya explorada resulta sorprendente. Casi todas conducen a cámaras o plazas circulares, de techo abovedado, de las cuales divergen nuevos conductos. Se advierten además otras excavaciones de formas especiales: nichos vacíos, pozos verticales excavados a plomada, y unos conductos extremadamente angostos como si por ellos se hubieran deslizado objetos de poco volumen y mucho peso.
La exploración de una galería comparativamente despejada llevó, al cabo de varios kilómetros, hasta una plaza extraordinariamente amplia, con techo abovedado a más de 20 metros de altura, que ostentaba huellas indudables de haber sido obra del trabajo inteligente, muy hábil en el trabajo sobre piedra y en el diseño de bóvedas casi perfectas en su forma ojival, y con dominio absoluto del trazado de muros rectos y firmes que conservan su diseño arquitectónico a pesar de su antigüedad incalculable por ahora y los movimientos telúricos que han debido soportar.
Existe un movimiento arqueológico en Rusia que sostiene que el sistema de galerías se prolongaría, con diversas otras salidas, hasta más allá de las cadenas montañosas de la frontera china e iraní, y se le supone conectado también con las cavernas descubiertas últimamente cerca de la frontera con Afganistán.
Es decir, todo un laberinto inexplicable de túneles, en que seres desconocidos realizaron una titánica labor de zapa para unir lugares remotos entre sí, que sin duda resultaría más cómodo alcanzar por la superficie aunque fuese a pie y no a lomo de un buen camello bactriano.
Ciertamente no se ha presentado a la opinión pública, y de forma general en varios países y cadenas televisivas de renombre, hasta ahora, dando un fundamento suficientemente sólido como para afirmar que extraterrestres hayan venido a la Tierra en tiempos muy remotos, ni menos que se hayan quedado viviendo en ciudades subterráneas. Para afirmarlo, si, pero no de modo oficial ni general; no obstante, para al menos suponerlo, hay tres de las más importantes figuras científicas de la actualidad que concuerdan enfáticamente que ya existen pruebas suficientes para suponer que esas visitas de extraterrestres son una posibilidad real, concreta, y no una fantasía absurda.
El recientemente fallecido astrónomo Carl Sagan y el físico ruso M. Agrest se mostraron inclinados a creer que realmente se produjeron tales visitas, basándose en pruebas sustanciales de que muchos siglos antes de Cristo fueron elaboradas figuras representando el sistema solar incluyendo los tres planetas que serían descubiertos mil años después: Neptuno, Urano y Plutón... además de otro planeta que aún no ha sido descubierto por nuestros astrónomos, pero que teóricamente se supone que existe (Némesis). Como si fuera poco, está la célebre figura que representa los planetas interiores y, entre Venus y la Tierra, se ven nítidamente marcadas unas líneas que señalan sin lugar a dudas una relación significativa entre ambos planetas.
Para algunos astrónomos y teóricos de la vida extraterrestre, es posible que Venus haya sido un planeta como lo imaginaban los poetas y los escritores de ciencia-ficción antes de que los aparatos terrestres mostraran que se trata de un lugar infernal, con una temperatura cercana a los 500 grados centígrados en la superficie y rodeado siempre de un nublado ominoso de metano y ácido sulfúrico.
Para ellos, es posible que Venus haya padecido una catástrofe desatada por un accidente o un error ocasionado por sus habitantes dotados de avanzadísima tecnología. Quizás una catástrofe nuclear que desencadenó procesos químicos incontrolables a escala planetaria. Y los visitantes extraterrestres habrían sido entonces aquellos venusinos que lograron escapar a tiempo para buscar asilo en la Tierra.
Esto no sería nuevo, pues se asume que sucedió algo parecido en Marte y en Maldek-tir (el planeta amarillo), que estaba situado entre Marte y Júpiter, y del cual hoy sólo quedan los asteroides llamados “Nube de Troyanos”.
Sea como fuere, los defensores de la teoría de que los misteriosos habitantes de aquellas ciudades subterráneas son extraterrestres de aspecto humano y posiblemente sean incluso de nuestra misma especie, no chocan en sus planteamientos con las tradiciones de Agarthi y Shambhala. Al contrario, ambos planteamientos aparecen reforzándose entre sí.
Y de esta manera, la leyenda vuelve hacia Europa, hacia la trágica Hiperbóreas de los antiguos cronistas y los poemas de entonces y de ahora.
¿Entre el Delirio y el Sueño? Imaginemos una roca de tamaño muy grande, unas cuatro veces el tamaño de la Tierra, flotando en... alguna parte. También es posible que esa roca sea más grande aún, del tamaño de una galaxia, aunque no mayor que eso, pues debe poder girar con comodidad en su "alguna parte". En el centro de esa roca hay una burbuja de aire, una esferita de sólo 42.000 kilómetros de circunferencia. Al centro de esa burbuja habría un solcito bastante chico, de un diámetro de, aproximadamente, 46 kilómetros, y en torno de él giraría lentamente una nube hecha de una sustancia opaca pero tachonada de "cositas brillantes" las cuales serían las galaxias, nebulosas, quásares, estrellas y planetas. Cuando la nube pasa frente al pequeño sol, proyecta una sombra sobre las paredes de la burbuja. Esa sombra se llama "noche". Y en las paredes de la burbuja, parados con la cabeza vuelta hacia el centro, nos encontraríamos nosotros.
Esa teoría, que nos parece hoy delirante, fue admitida por numerosos hombres de ciencia y astrónomos alemanes del período nazi, a partir de las visiones esotéricas de Horbigger. Desde luego que la hazaña estadounidense del Apolo XII y la llegada del ser humano a la luna (Apolo XI), barrió con aquel delirio y lo redujo a la condición fantasmal del error mental. Sin embargo, desde un punto de vista matemático y físico, la delirante teoría de Horbigger era suficientemente sólida como para inducir a error a científicos alemanes capaces de mantener en alto el tradicional prestigio de la ciencia germana, que calculaba con precisión las trayectorias estratosféricas de los cohetes V2, que habían ya desarrollado el radar y que avanzaban velozmente compitiendo por la carrera hacia la fabricación de la bomba atómica.
De hecho, esa hipótesis permitía justificar con más claridad muchos fenómenos extraños que todavía siguen siendo enigmáticos para la ciencia, como ciertos movimientos de las mareas o las elevaciones notables de temperatura que se han verificado en la estratosfera. Fue sólo la evidencia experimental del vuelo espacial la que permitió definitivamente desterrar esa otra forma de "Tierra Hueca" propuesta por aquel extraño Herr Horbigger cuyos mayores méritos se orientan hacia las interpretaciones astrológicas que efectuó y que lo llevaron a establecer eras de 2.100 años, basándose en el carácter mágico de los números 3 y 7.
El carácter centroeuropeo tiende a veces a engendrar mentes delirantes, así como genios auténticos y soñadores geniales. Las tradiciones europeas abundan en referencias folklóricas hacia los habitantes de las profundidades subterráneas.
Sobrepuestas al relato romano sobre Hiperbóreas y la Última Thule, baluarte final de aquella raza superior, casi angelical que habitaba allí, Europa tiene un acerbo legendario de gnomos, "goblins" y enanos, excavadores habilísimos y maestros en minería y tallado de la piedra. Incluso ciertas leyendas bretonas hablan de hadas que moran en lugares subterráneos. La ensoñación poética quizás pueda entroncarse con testimonios auténticos dados por gentes sencillas e ignorantes que hayan tenido encuentros reales con verdaderos habitantes de las entrañas de la Tierra, que se insinúan en otras leyendas y hasta en descubrimientos científicos que nada tienen que ver con cuentos de hadas.
De los demonios subterráneos se habla con temor y seriedad desde los tiempos de Sumer. Se han encontrado tablillas con referencias harto terroríficas a tales diablos, en las ruinas del palacio de Asurbanipal, en Asiria.
Y hasta los griegos nos dejan indicios significativos al ofrecernos, por ejemplo, el mito de Hefaistos, el Vulcano de Roma, que en su morada subterránea era maestro insuperable en la metalurgia. Además, era ese tecnólogo subterráneo quien tenía la misión de "fabricar los rayos" de Zeus, el señor de las Alturas. Otra peculiaridad de Hefaistos-Vulcano era la de estar casado con... Venus, el planeta que una y otra vez surge en los rastros de las más antiguas civilizaciones de la Tierra.
Pero quizás el mito más conmovedor sobre la Tierra Hueca sea el que identifica el Agarthi con Hiperbóreas. Según muchos investigadores con inclinaciones esotéricas, los seres superiores que habitan allí son tan perfectos que podrían definirse como "mitos revestidos de materia". Una síntesis brillante de esta nueva leyenda la entrega el escritor Miguel Serrano en su obra "El Cordón Dorado", aunque el tema irradia y compenetra la mayor parte de su obra de madurez. Según esta leyenda, la Tierra sería hueca en su interior; a una profundidad de 800 kilómetros de la superficie se abriría un amplio "mundo interior" respecto del cual la gravedad actuaría en dirección a la corteza por encontrarse allí la masa planetaria principal.
Al centro del planeta, como un corazón radiante, habría un núcleo ardiente y luminoso que proveería de luz y calor a ese mundo "interior". Esta leyenda sostiene que dentro de la Tierra, cabeza abajo en relación a nosotros, hay tensas tierras, mares, cordilleras y ríos, todo un pequeño planeta involucrado por el nuestro, con una gravedad menor que permitiría a sus habitantes y vegetación alcanzar estaturas enormes.
Además, las virtudes del corazón radiante de la Tierra favorecerían la vida mucho más que la luz solar y rejuvenecerían a quienes lograsen entrar allí a una edad avanzada. En ambos polos, dice esta leyenda, se encuentran ocultas las entradas principales al planeta Tierra Interior, aunque habría también otras vías de acceso en los Himalayas, Los Andes y ciertas cavernas misteriosas que se pierden en las tinieblas profundas de la madre Tierra.
Es una leyenda nueva, con raíces muy antiguas. Es un sueño antiguo pero encierra la confiada esperanza de la infancia que, por fortuna, parece perdurar en el meollo mismo de nuestra especie. Mucho es lo que la Tierra esconde y casi nada lo realmente sabemos de ella, pues sólo se nos enseñan teorías e hipótesis no comprobables
“A todo lo creado que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, oí decir: "Al que está sentado en el trono y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos".” (Apocalipsis 5:13)
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