Joseph F. Blumrich, fue un conocido un ingeniero de la NASA allá por el año 1970. Estudió en la Biblia, meticulosamente, pasaje por pasaje, el libro del profeta hebreo Ezequiel. Su intento erarebatir las teorías que estaban saliendo a la luz de que las citas de Ezequiel hacían referencia a una nave espacial.
Sin embargo, luego de varios meses de estudio llegó a la conclusión de que Ezequiel describía en sus pasajes ni mas ni menos que una nave del espacio con grandes capacidades, incluso superiores a las que permite fabricar la ciencia moderna, capaces de hacer vuelos tanto dentro de la atmósfera terrestre como fuera de ella.En los 70´ Blumrich tuvo la oportunidad de visitar y entrevistar al
sabio HOPI, OSO BLANCO, miembro del Clan del Coyote, que le narró la historia de su pueblo, los 7 mundos, los kachinas, losescudos volantes, e incluso tuvo acceso a varios dibujos sobre la piedra que narraban increíbles leyendas.
Lo que aquí interesa resaltar del estudio de Blumrich y a colación de lo explicado en un primer momento con su análisis del libro deEzequiel, es que según la tradición HOPI, (contada Por Oso Blanco) desde el Primer Mundo, los humanos estuvieron en contacto con los Kachinas (de los que ya hemos hablado en varias oportunidades): seres de aspecto humano, pero decididamente avanzados no solo en lo técnico sino también en lo mental, que venían del Planeta Toonaotekha.
Para trasladarse estos seres utilizaban «Escudos Volantes» con forma de lenteja.
Estos Kachinas eran capaces de trasladarse por el aire a velocidades asombrosas —gracias al impulso de una «fuerza magnética»—, y de aterrizar en cualquier lugar.
Estos escudos volantes también sirvieron para trasladar a la gente al continente americano luego del hundimiento del Tercer Mundo (Kasskara) y comienzo del Cuarto –el que estamos viviendo hoy día-
Según Oso Blanco - White Bear – los sobrevivientes pasaron a habitar distintas extensiones de todo el continente americano, y luego algunos fueron pasando de América del Sur hasta América del Norte, entre ellos los antepasados de los HOPI, quienes recibieron este nombre al llegar a Oraibi.
Investigadores han obtenido reveladoras fotografías depetroglifos de los indios HOPI, que llamarían la atención incluso al mayor de los escépticos.
El rasgo más prominente de Sohu, o Estrella Kachina, es el de las tres estrellas de cuatro puntas verticales colocadas horizontalmente en hilera por encima de su cabeza. Éstas traen a la mente la constelación más importante en la cosmología de los Hopi, Orion, en particular su cinturón. Estas estrellas están intercaladas entre cuatro plumas del águila verticales. Este kachina tiene pelo lacio y oscuro, los ojos saltones, y dientes con forma de diamante. En su mejilla derecha hay pintada una cruz equilátera (la estrella), en su izquierda una luna creciente. Lleva puesta una camisa de gamuza con flecos y una falda hecha de radiantes plumas de pavo, las cuales son un extraño atuendo para un kachina. Como Barton Wright sucintamente observa: “Él no se parece al Kachina usual de los Hopi.” El arqueólogo del siglo 19 Jesse Walter Fewkes dice que Sohu tiene estrellas pintadas en sus antebrazos y piernas. Él sostiene látigos de yuca en ambas manos y una cola de piel de zorro detrás.
La palabra Hopi sohu (o soohu) significa sencillamente “estrella,” pero en su sistema de creencias
las estrellas se conceptúan como entidades sobrenaturales, con aquel ser de Orión que es ceremoniosamente primordial. En los Textos de la Pirámide egipcios (una de la literatura funeraria más antigua del mundo) la palabra similar Sahu se refiere a “los dioses estelares de la constelación de Orión.”
Además, nosotros encontramos una comprobación importante para el dualismo cielo-tierra de la Teoría de la Correlación de Orión en los homófonos egipcios sahu, que significa “propiedad,” y su cognado sah-t que se refiere a “bienes raíces”, “propiedad”, “emplazamiento de un templo”, “hogar”, o “alrededores” Porque el término sahu se refiere simultáneamente a las estrellas y la tierra, este reflejo conceptual alinea los dos reinos, es decir, “...en la tierra como es en el cielo.” Éstas y otras correlaciones lingüísticas corroboran si no una migración de los Hopi del Viejo Mundo, por lo menos un contacto precolombino con marinos del Medio Oriente o de África de Norte, quizás fenicios o libios.
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